Nací en Neiva hace 38 años. Mi madre, Lilia Sánchez, mujer trabajadora y ejemplo de virtud como otras tantas mujeres de mi país. Mi padre Rodrigo Lara Bonilla, ministro de justicia asesinado por el narcotráfico una noche oscura de abril del año 1984. Crecí en Neiva, en donde estudié gracias a la educación pública. Ingresé a la facultad de medicina en la Universidad del Cauca, durante mis años de estudio universitario, fui representante estudiantil al consejo de la facultad

Posteriormente me especialicé como cirujano general en la misma universidad. Durante este lapso fui presidente de la Asociación Colombiana de Internos y Residentes (ANIR), tiempo durante el cual, con el apoyo de todos los médicos internos y Residentes del país logramos defender el pago de la Beca-Crédito que otorga el gobierno nacional a los médicos durante el tiempo de especialización, dinero este necesario para su sostenimiento.

En Bogotá, realicé una Sub especialidad en Cirugía del Tórax, con la Universidad El Bosque, el Hospital Santa Clara y el Instituto Nacional de Cancerología. Una vez terminados mis estudios, me vinculé con diferentes centros hospitalarios públicos y privados inicialmente en la ciudad de Bogotá y en los últimos 4 años en la ciudad de Neiva en donde desempeño el ejercicio profesional de la medicina.

Otro aspecto de mi vida ha sido la cátedra universitaria, colaborando con la formación de nuestros futuros médicos y especialistas, en Bogotá con la Universidad El Bosque, Nacional y San Martín, y en Neiva con la Universidad Surcolombiana.

Estoy casado con Ana Isabel Valencia Hurtado, ingeniera electrónica con especializaciones en Gerencia de proyectos y Comunicaciones y con quien tenemos dos hijos, Mariana y Samuel José. Compartimos nuestros sueños y aspiraciones por un mejor país.

La labor humanitaria de mi profesión y el continuo contacto académico con los jóvenes, me han permitido conocer de cerca la problemática social de nuestro país, especialmente en los campos de la salud y educación. El afán por encontrar soluciones verdaderas a estos conflictos, me condujeron a Sergio Fajardo, hoy en día firme candidato a la presidencia de Colombia. Pocas veces en la política se puede encontrar coherencia entre lo que se dice y lo que se ejecuta, y Fajardo demostró que es posible pensar y hacer diferente la política: con dignidad y decencia. Aquí, en este terreno fértil, en el de la verdad y la honestidad, sumado a una profunda pasión por el servicio, es en donde se cimienta nuestra aspiración al senado de la república.