Juan Valdés, Representante a la Cámara por Antioquia

 

La semana pasada tuvo lugar en Bogotá el foro “Estrategias para la enseñanza educativa, el camino para el desarrollo y la equidad”. Durante el evento le fueron presentados al Presidente de la República,  los resultados  de un estudio de la Fundación Compartir, en el que se hace una propuesta para mejorar la educación en Colombia.

El estudio propone abordar el problema de la educación a través del mejoramiento de la docencia y  para ello hace recomendaciones de política pública alrededor de cinco ejes de transformación: 1) promover una mayor valoración social de la profesión docente, 2) hacer que los mejores bachilleres sean quienes se conviertan en profesores, 3) establecer estándares más altos en la formación de los maestros,  4) mejorar la evaluación de los profesores y 5) mejorar las remuneraciones.

La propuesta de la Fundación Compartir toca un punto fundamental de la forma como se deben orientar los esfuerzos y las inversiones del Estado a propósito de la educación. Nos llama la atención acerca de la importancia de preocuparnos no solo por los estudiantes, sino también por los maestros. Todo bajo el entendido -claro está-,  de que mejores inversiones en las condiciones de los maestros, se verán reflejadas en mejores resultados por parte de los estudiantes.

A propósito de las recomendaciones del estudio y su contexto quisiera mencionar un par de cosas. Por un lado, es fundamental que el Estado siempre tenga un pie en el futuro y otro en el presente. Las inversiones en educación no pueden dirigirse únicamente al largo plazo, sino que tienen que pensar en el ahora. En este sentido no solo se deben proponer estrategias para los profesores que vendrán, sino que se necesitan medidas para los más de 316 mil profesores y directivos docentes que existen actualmente en el país. 

En este sentido y en concordancia con las mejores remuneraciones docentes que propone el estudio, es fundamental y urgente, implementar una política de estímulos e incentivos, tanto salariales como no salariales, de la que hagan parte estrategias como los Premios a la Educación con calidad: Más y mejor educación,  de los que he venido hablando desde hace algún tiempo. Un concurso de estímulos a la labor docente que incentive tanto a nivel organizacional (de colegios) como individual, un mejor trabajo al interior de nuestras instituciones educativas.

Por otro lado, considero que es indispensable que la educación se convierta en la gran prioridad del país. De nada nos sirven estos estudios y recomendaciones, si las inversiones destinadas a la educación siguen siendo tan bajas. Un ejemplo de esto es el caso de la educación superior, en donde, según datos provisionales del 2012 ofrecidos por el Ministerio de Educación (estos son los datos más recientes publicados en la página web de la entidad), el gasto público solo llega al 3.9% del Presupuesto General de la Nación.   

El actual Gobierno Nacional dejó a la educación por fuera de sus “locomotoras”. Solo después (forzando la metáfora y de manera fallida) trató de convertirla en los rieles de sus cinco prioridades.

 

Necesitamos que la educación se convierta en la gran prioridad del país y que el interés del Gobierno en nuestros profesores y estudiantes no aparezca solo en épocas electorales. Es más, necesitamos que la educación se convierta, no en una política de gobierno sino en una política de Estado.