Por. ANGEL ALIRIO MORENO MATEUS
El destape de una nueva ‘olla podrida’, tiene consternado al pueblo colombiano. En esta ocasión el turno es para la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales de Colombia –DIAN, que es precisamente la Entidad encargada de garantizar la seguridad fiscal del Estado colombiano y la protección del orden público económico nacional, mediante la administración y control al debido cumplimiento de las obligaciones tributarias, aduaneras y cambiarias, y la facilitación de las operaciones de comercio exterior en condiciones de equidad, transparencia y legalidad.
Tamaño escándalo de corrupción que conllevó la confección de facturas y documentos falsos, para llevar a cabo simulaciones de exportaciones y la creación de empresas ficticias, las cuales solicitaban la devolución de impuestos que nunca se habían causado. Se han librado órdenes de captura y algunas se ha hecho efectivas y para los presuntos responsables de los hechos, se ha anunciado que se establecerá la aplicación de las penas correspondientes al concierto para delinquir, falsedad en documento privado y falsedad en documento público, cohecho, enriquecimiento ilícito y Lavado de activos.
Hoy está de moda descubrir ‘ollas podridas’. Están en todas partes, las encontramos en la salud, en las pensiones, en el polémico programa de Agro Ingreso Seguro, y las hay en plena ebullición, y también aquellas que no quieren ser destapadas, por dar algunos ejemplos.
Esto nos lleva a preguntarnos, ¿hasta dónde vamos a llegar con el flagelo de la corrupción, que combatirlo se ha convertido en la bandera de campañas políticas de aquellos mandatarios quienes justo cuando llegan al poder olvidan sus discursos?. Porque aquí lo verdaderamente aterrador es que los billones que se han perdido en las diferentes ollas podridas, difícilmente se podrán recuperar.
También se pregunta uno ¿Donde quedan las metodologías diseñadas por la USAID, por el Departamento Administrativo de la Función pública y por el Departamento Nacional de Planeación, para la búsqueda de la transparencia en todos los procesos y procedimientos de la administración pública, y que impiden la corrupción?.
Con todo lo que está pasando, lo único cierto es que, el pueblo colombiano tiene más claro, donde están quedando los dineros que nuestros patriotas requieren para la salud, educación, recreación y vivienda, que es en los bolsillos de los corruptos donde van a parar gran parte de los recursos que servirían para suplir sus necesidades básicas insatisfechas, los recursos que disminuirían los índices de delincuencia, los de violencia intrafamiliar y sobre todo, los recursos que minimizarían la gran problemática social, que se refleja en la falta de oportunidades para muchos de los nuestros.
Esperemos a ver cuál será la próxima ‘olla podrida’ que se destapará, que con seguridad será de algún caso más grave que los anteriores. Y roguemos al creador que no permita, que se desmonten unos corruptos, para que ascienda otros.