La semana anterior, después de un amplio y valioso ejercicio de deliberación y participación ciudadana; bajo principios y criterios de equidad, sostenibilidad e inclusión; fue aprobado por el H. Concejo de Medellín, tal vez el más trascendental de los acuerdos de su período constitucional, el instrumento de política pública y planificación para orientar en el mediano y largo plazo el crecimiento ordenado del territorio y la forma en que desarrollamos y proyectamos en él nuestra vida en sociedad, el Plan de Ordenamiento Territorial -POT-. Aunque son múltiples los temas positivos y pocos los negativos a los que quisiéramos referirnos de este POT, hoy destacaré algunos aspectos sobre la movilidad.
Si bien el POT aprobado reconoce la necesidad de articulación entre Medellín, como municipio núcleo de los demás municipios del territorio metropolitano, su alcance es únicamente municipal, quedando corta su proyección en relación con verdaderas dinámicas económicas, políticas, sociales y culturales que se tejen hoy en el territorio y que no guardan relación alguna con las fronteras administrativas de los municipios: la vivienda, el trabajo, la salud, la educación, el ambiente, la seguridad y la movilidad, retos que superan la barrera de lo metropolitano y ponen en la agenda la importancia de una visión regional.
La planeación del territorio involucra temas amplios y complejos que determinan la forma ordenada o no, en que se desarrolla la vida en la ciudad y en el territorio. Uno de ellos es la movilidad urbana, tema que abordamos constantemente en este espacio y que tiene la mayor importancia en nuestra agenda de trabajo político por su estrecha relación con calidad de vida de los seres humanos habitantes del territorio y con la competitividad. En materia de movilidad el POT aprobado acoge un postulado fundamental en la planeación de las ciudades del silgo XXI: la recuperación de espacios para las personas y el cambio en la priorización de inversiones hacia la promoción de modos de transporte masivo y no motorizados, en una conveniente y adecuada integración multimodal metropolitana.
El esfuerzo histórico acumulado de destinar recursos al crecimiento de la infraestructura para el uso de vehículos y motos particulares es insostenible, disfuncional e inequitativo. Cada vez más ciudades, aún aquellas que crecieron bajo el modelo norteamericano de urbanización expandida y movilización individual, han reconocido que la motorización crece a mayor velocidad que el más ambicioso plan de nuevas vías y que en ciclos cada vez más cortos, se regresa a los niveles iniciales de congestión vehicular, teniendo como única alternativa equitativa y sostenible, racionalizar y modernizar toda la estructura del transporte para garantizar armonía, coherencia, seguridad, funcionalidad y por tanto, adoptar todas las medidas necesarias para que cada vez más personas caminen, usen bicicleta y/o transporte público masivo multimodal y colectivo para sus viajes y desplazamientos más frecuentes.
Lo anterior supone un reto mayor para Medellín y el Valle de Aburrá, toda vez que, a pesar de los esfuerzos económicos y políticos que se han hecho para la implementación de un sistema de transporte integrado, con cobertura y calidad, ese crecimiento acelerado del parque automotor, unido a otras complejas variables, anticipa problemas mayores que tendremos en materia de congestión, accidentalidad y contaminación en los próximos años.
Otra variable es la dificultad propia del transporte masivo, que por su rigidez y alto costo de implementación, es incapaz crecer al mismo ritmo del territorio para satisfacer la mayor demanda, haciendo necesaria su complementariedad con el transporte público colectivo, que modernizado bajo nuevos estándares de operación, se convierte en un factor clave para que la ciudad y el territorio metropolitano cuenten con un verdadero sistema integrado de transporte público.
Que la declaración del POT de Medellín como “…un pacto de ciudad por la sostenibilidad, la vida y la equidad”, incluya el transporte público colectivo y masivo como estructurante de ciudad y territorio, es el primer paso en la tarea de vencer nuestra desarticulación histórica entre transporte público masivo y colectivo para caminar hacia la consolidación de un sistema de transporte público plenamente integrado y articulado, multimodal, eficiente, seguro y sostenible, con cobertura y acceso universal que ofrezca un servicio de alta calidad, generador de bienestar para todas y todos los habitantes del territorio metropolitano.