Por: ÁNGEL ALIRIO MORENO MATEUS (Presidente del PIN)

La lucha de los miembros de los partidos en Colombia, está entrando en el juego de depender del efecto resultante entre la fuerza centrífuga y la centrípeta de la Unidad Nacional.  La discusión al interior de unos partidos, se centra en el deseo de quedarse y el momento de salirse, mientras en  otros, entre querer entrar o preferir seguir nadando y esperar cuantos colores queden.

Soy de los colombianos que creen, que la ruta es el paso del régimen presidencial hacia el sistema parlamentario. Y pienso y percibo que después de haber sido vistos como un Estado en vía de ser declarado fallido por la ONU, la oportunidad se extiende a la disminución de partidos políticos y al fortalecimiento democrático de los que queden en el espectro político colombiano.

No me preocupa y menos como Director que soy de un Partido Político, querer estar por dentro o estar por fuera, del marco de la mesa de la unidad nacional. Preocupado estaría, sí hubiese continuado imperando en Colombia, el esquema de estigmatización y marginalización política, atentatoria de los Derechos Humanos, al que habíamos sido sometidos.  La Unidad Nacional no es un esquema de gobierno; la unidad nacional es una estrategia política a la que hay que contribuir para el fortalecimiento de la democracia y la disciplina partidaria. Considero que cuando ese caleidoscopio político pare en su dinámica, que no será más allá del próximo año, verdes, rojos y el partido creado en la coyuntura de Álvaro Uribe, miraran por un solo espejo, el de color rojo. Y, los azules, a quienes se unirán unos pocos uribistas, se saldrán de ese tubo de colores, para reconstruir el ideario de Caro y Ospina.

Las demás organizaciones partidarias, deben entender la estrategia de la unidad nacional y reinventarse como verdaderos escenarios legítimos para la discusión de la propuesta del modelo de Estado dentro de un marco constitucional acordado y agruparse o fortalecerse para ser alternativas de poder; de lo contario el riesgo de disolución será latente.

Uno de los pasos hacia el régimen parlamentario, es el fortalecimiento de las organizaciones partidarias, definidas programática e ideológicamente y grandes en democracia interna. El sistema parlamentario de gobierno que se funda en el principio de colaboración de poderes, en el que existe un nexo vinculante entre la composición del  órgano legislativo y el poder ejecutivo, requerirá de unos partidos organizados, con vocación de poder, con filiación partidista ciudadana y con identidad en sus militantes y simpatizantes.

Cuando el caleidoscopio de la unidad nacional pare, ahí estaremos expectantes para contribuir a determinar el futuro de la Patria. Si el camino es el sistema parlamentario; del cual podemos afirmar que es un modelo que gobierna en casi todos los Estados de mayor desarrollo económico, tecnológico y político del mundo contemporáneo, no dudare en apoyar esta iniciativa. Por ahora lo que más nos interesa es que a Colombia le vaya bien, y que a nuestro Presidente Juan Manuel Santos se le apoye en todas las iniciativas, fruto de la concertación internacional, que le permitirán a la Nación, reencontrar su rumbo institucional y el camino hacia la paz y la prosperidad nacional.