Dentro del patrimonio material de la Nación, el acervo arqueológico constituye un contexto de bienes e informaciones altamente vulnerable, en donde el comercio de objetos se presenta no como la única, pero quizás como la principal causa de riesgo. Los objetos y sitios arqueológicos son testimonios materiales que permiten reconstruir y acercarse, a veces como únicas pruebas materiales, al conocimiento de contextos y culturas desaparecidas y, por eso, son destinatarios de un régimen especial de protección en los ámbitos nacional e internacional.